martes, 14 de febrero de 2012

UN CUENTO PARA EL DÍA DE SAN VALENTÍN (PULSE AQUÍ)


Un cuento para el día de San Valentín 

Larry y Jo Ann eran un matrimonio corriente. Vivían en una casa cualquiera,en una calle como todas. Como cualquier otro matrimonio común, luchaban parallegar a fin de mes y para dar a sus hijos todo lo necesario.

También eran como todos en otro sentido: se peleaban. Gran parte de suscharlas se referían a lo que no iba bien en su matrimonio y a cuál de losdos era el culpable.

Hasta que un día sucedió algo extraordinario.

—Fíjate Jo Ann, tengo una cómoda mágica, increíble. Cada vez que abro algúncajón está lleno de calcetines o de ropa interior —dijo Larry—. Quieroagradecerte que los hayas estado llenando durante todos estos años.

Jo Ann se lo quedó mirando por encima de las gafas.

—¿Qué es lo que quieres, Larry?

—Nada. Sólo que sepas que te doy las gracias por estos cajones mágicos.

Como aquella no era la primera vez que Larry le salía con algo raro, Jo Annolvidó el incidente hasta pasados algunos días.

—Jo Ann, gracias por haber anotado tan correctamente los números en el librode gastos este mes. Las dieciséis anotaciones son correctas: es todo unrécord.

Sin poder dar crédito a sus oídos, Jo Ann levantó los ojos del calcetín queestaba zurciendo.

—Larry, si siempre te estás quejando de que anoto mal los números, ¿por quéahora no lo haces?

—Porque sí. Sólo quería que supieras que me doy cuenta del esfuerzo queestás haciendo.

Jo Ann sacudió la cabeza y siguió con sus remiendos. Para sus adentros,masculló:

—¿Qué le estará pasando?

Sin embargo, al día siguiente, cuando Jo Ann hizo un cheque en la tienda, sefijó para asegurarse de que había anotado bien el número del cheque.

—¿Por qué de pronto les estoy dando importancia a estos estúpidos números?—se preguntó.

Trató de no hacer caso del incidente, pero el extraño comportamiento deLarry se intensificó.

—Jo Ann, la cena ha sido estupenda —le dijo una noche—. Te agradezco elesfuerzo. Vaya, si calculo que en los últimos quince años habrás preparadomás de catorce mil comidas para mí y para los niños... 

Otra vez fue:

—Jo Ann, la casa parece un espejo. Debes de haber trabajado muchísimo paraque tenga tan buen aspecto.

Y hasta:

—Jo Ann, te agradezco que seas como eres. Realmente, me da mucho placer tucompañía.

Jo Ann estaba empezando a preocuparse. Se preguntaba qué se había hecho delos sarcasmos y de las críticas.

Sus temores de que a su marido le estaba pasando algo raro se vieronconfirmados por la queja de Shelly, su hija de dieciséis años, que lecomentó:

—Mamá, papá se ha vuelto loco. Acaba de decirme que estaba guapa con todoeste maquillaje y esta ropa de estar por casa. No es propio de él. ¿Qué eslo que le pasa?

Fuera lo que fuere lo que le pasara, Larry no cambiaba. Casi todos los días

seguía haciendo algún comentario positivo.

Pasadas varias semanas, Jo Ann se fue acostumbrando al extrañocomportamiento de su marido, e incluso alguna vez se lo recompensó, aregañadientes, con un escueto «Gracias». Se sentía orgullosa de irmanteniéndose a la altura de las circunstancias, hasta que un día sucedióalgo tan raro que la desorientó por completo:

—Como quiero que te tomes un descanso —anunció Larry—, voy a fregar yo losplatos, así que hazme el favor de dejar esa sartén y sal de la cocina.

Después de una larguísima pausa Jo Ann contestó:

—Gracias, Larry. ¡Te lo agradezco muchísimo!

Ahora el paso de Jo Ann era un poco más ligero, su confianza en sí misma ibaen aumento e incluso, alguna vez, canturreaba por lo bajo. Además, parecíaque ya no tenía tantos ataques de melancolía. «Me gusta bastante la nuevaforma de comportarse de Larry», pensaba para sus adentros.

Aquí se acabaría el cuento, de no ser porque un día sucedió otroacontecimiento de lo más extraordinario. Esta vez, quien habló fue Jo Ann:

—Larry —dijo—, quiero agradecerte que durante todos estos años hayas ido atrabajar para que a nosotros no nos falte nada. Y creo que nunca te heexpresado todo mi agradecimiento.

Larry jamás ha revelado las razones de su espectacular cambio decomportamiento, por más que Jo Ann se ha esforzado en obtener de él unarespuesta, de modo que éste seguirá siendo, probablemente, uno de losmisterios de la vida. Pero es un misterio con el que me encanta convivir.

Porque, ya veis... yo soy Jo Ann.

Jo Ann Larsen


   Con todo mi cariño, te lo comparto!


   Yago Zamora (Starmanlight) en servicio y caminando siempre hacia las estrellas!!!

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